La Parcela de Culto: Canta la Perdiz

Canta la Perdiz es el nombre de la micro-parcela que da origen a este vino excepcional. Ubicada en el páramo de La Aguilera (Burgos), esta parcela de viñas viejas (algunas prefiloxéricas) está plantada sobre suelos de arcilla roja con una profunda base caliza y cantos rodados, proporcionando una mineralidad y una frescura sublimes.

Este vino se produce bajo la filosofía de micro-vinificación y mínima intervención de Jorge Monzón. Es un tinto que busca la máxima finura y longevidad, y su producción es extremadamente limitada, destinándose únicamente las mejores uvas de esta parcela específica.

Añada 2018: La Elegancia del Clima Fresco

La añada 2018 en Ribera del Duero se caracterizó por ser un ciclo fresco y equilibrado, lo que se tradujo en una maduración lenta y completa. Esta lentitud confirió al Canta la Perdiz 2018 una acidez más marcada y una elegancia borgoñona, con taninos excepcionalmente finos y una gran capacidad de guarda.

• Elaboración: Como es tradición en la bodega, se realiza una cofermentación de la Tinta Fina con las variedades minoritarias blancas y tintas (Albillo Mayor, Garnacha, etc.). En depósitos de hormigón.

• Crianza: La crianza es prolongada (superior a los 24 meses) en fudres y barricas de roble francés nuevas y seminuevas. Siempre buscando la integración perfecta de la madera con la pureza frutal.

Notas de Cata (Textura Sedosa y Profundidad Inmensa)

• Visual: Color rojo cereza intenso y brillante.

• Nariz: Una de las narices más complejas de Ribera del Duero. Se perciben frutos rojos silvestres (grosella, frambuesa) muy frescos, notas florales de rosa seca y violeta. Toques balsámicos y un fondo mineral de grafito y especias de la crianza.

• Boca: Es la definición de la estructura elegante. El ataque es potente, pero el paso por boca es exquisitamente sedoso y vibrante. Posee una acidez que lo levanta y lo hace infinitamente largo, con unos taninos que se funden en el retrogusto. Potencial de guarda de más de 30 años.